miércoles, 1 de agosto de 2012

Telarañas

Si tuviera que añadir un punto final a esta historia sería justo en el momento en que te conocí, justo luego del hola, eliminaría todas las comas, los puntos suspensivos, las signos interrogativos y de ser objetiva, borraría hasta las exclamaciones que me provocaste.

Lo borraría todo. El aburrimiento no es lo mismo que el ocio, en el ocio por lo menos habría expandido mis horizontes, si por lo menos me hubieras construido las típicas cuatro paredes blancas que habitan los locos, y no el círculo vicioso en el que nos encerramos, donde lo único que aprendí fue a contar las telarañas mentales que tejí sin detenerme...

Mi mente se volvió hábil como las manos de obrera en inventar historias repletas de finales inciertos, de caminar como los caracoles alrededor de las macetas.

A veces siento que enloquezco de escuchar mis propios pasos, pero no, porque si estuviera loca estaría más lúcida y habría imaginado una salida, pero sigo atrapada en mi propia red que día a día me sofoca más prolongando mi suplicio y sin terminar de matarme.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Y como el chaleco de Sicilia:

Ya estoy muy vista y muy hasta la madre...

No todos los días se tienen historias para contar, las historias no salen de la nada, la creatividad surge de la nada, sí, pero no brota a chorros como agua de manantial; y si sale como agua de manantial, no se bebe toda revolcada, hay que filtrarla y hasta purificarla. Vamos, implica una labor extra.

No todos los días hay cositas sucias para decir, ni todos los días se tienen ganas de cositoensuciar.
Hay días que son anodinos, hay semanas anodinas que se convierten en meses anodinos; y entonces de la nada surge una idea, un algo, y uno se mece en esa idea abrazándola por el tiempo que resista, como la tela de la araña donde se columpian los elefantes.

Luego de casi 3 años y muchas historias - escritas, no escritas, publicadas, no publicadas, imaginadas y reales-. Esta señora tiene que seguir su rumbo y andarse por otras carreteras. Esta señora está cansada de arañarse con la vida, de tironearse hasta revolcarse sin ensuciarse.

Yo qué sé si vuelva a escribir una historia, es muy probable. Lo que sí estoy segura es que quiero hablar de lo que se me dé la gana, hasta de mí.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Frankenstein

- Cuando digo que no, no es porque esté dudando. Y le aventé reverendo portazo en la cara.

Hay días en que no estoy de humor para tolerar -sí, tolerar- ciertas pendejadas. No es que guarde rencorosamente los daños, no me olvido de los perjuicios.

Me gusta saber la tierra que estoy pisando, me gusta saber a qué atenerme con ciertos bichos, pero lo que más me gusta es ser la protagonista del show o en su defecto robármelo si se da el caso. ¿Eso me hace perra? Pues con la pena, sería más hija de la chingada si te juego el dedo en la boca para ver qué vomitas y luego puedo sacarle provecho a tu desecho.

Hace mucho que dejé de hacer olas cuando la cosa está que arde, prefiero armar escándalos por las que no para que nadie se entere por donde voy a dejar correr el agua.

Así soy, de uno aprendí a mentir, del otro a medir, de aquel a protagonizar, de alguno más a manipular... Todos han dejado algo aquí, como olvidar retazos que han hecho de mí un Frankenstein.

Hace tiempo también que dejé de disculparme por pedir las cosas como las quiero, llamarlas por su nombre y botarlas si lo deseo...