jueves, 29 de abril de 2010

De Fieras.

Hay dos tipos de fieras, las que van directo a matar y devorar a su presa y las que hacen que su presa muera por ellas.

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Este mundo nunca fue lindo ni feo. Ahora sólo es.
Cuando uno se dedica a traicionar la confianza de quien has logrado envolver en un juego de mentiras, fingir, vivir aparentando que se le cree, cuidarte la espalda, la boca, la mirada, que el cuerpo entero no te delate. Hacer todo tan mecánicamente como una farsa cómica, que se repite una y otra ez, en todas las esferas de la vida. Esperar agazapada para hincar una mordida profunda al cuello de la víctima, verlo conmoverse de dolor, desangrarse, desollarlo de preferencia vivo, lavarte y luego darte la vuelta y dejar su muerte atrás. Como lo que es, nada; la vida y su muerte son eso, símbolos sin demasiada importancia, nunca sabremos a manos de que dolor vamos terminar tendiendo el cuerpo por ahí, que fieras vendrán luegoa corroernos todo lo íntimo, sin saber que harán de nuestro cuerpo restos impúiodos malholientes de eso que llaman miseria humana.

viernes, 16 de abril de 2010

Me gustan las palabras a las que yo les invento sus propios significados, por ejemplo: guijarros. Los guijarros son en mi mente, unos pájaros de tamaño mayúsculo que viven en las costas y abundaban durante el prehistórico. Aunque sé, que sólo son piedras.

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Los guijarros de mi fantasía son como tu sonrisa pixelada a muchos bits de distancia.
Como el eco de tu voz entrecortada, enmedio de la noche, llamando a mi cama.

Te he dicho cuánto te esperé?
Una noche, otra noche, cada miércoles por la madrugada.
Ebrio o drogado, lloviendo o sudando.

Cuando era niña me endilgaron aquella historia de que los ángeles en el cielo forman a las parejas antes de enviarlas a la tierra. Y sé que los angeles no existen, que te burlarías socarronamente de mi incredulidad, cómo siempre. Hay ternurita que no es linda, me dijiste.

Y yo que voy a ciegas caminando, un paso trabando al otro, sin detenerme, hasta estamparme en la pared. Porque así soy yo. Sin importar, quiénes o cuántos, dónde o qué, ese lugar, el tuyo, permanece intacto. Así, inmutable, como un par de luceros.

Pero eso, tampoco tiene importancia, habibe.

miércoles, 14 de abril de 2010

Ausencia necesaria.

Cuando no tengas nada positivo por decir, se valora tu silencio.

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Tengo días encerrada en este cuarto que nos contiene a todos, armando un estúpida estregia de ataque, salgo de cuando en cuando a comer, a revisar las noticias, a verificar que el mundo no se cayera sin que yo lo tirara. La cumbre anual de los mitómanos, así la llamo.

Detesto desde las entrañas estos encerrones rodeada de militares, sabiéndome más presa que parte de un evento "por venir". Hace tiempo que sé que este lugar ya no tiene nada para mí, y reconozco que el vacío en mi mirada desapareció. ¿Qué queda cuando no hay vacío en unos ojos como los míos?

Paradójicamente, cada día más insginias penden de mi saco.

domingo, 4 de abril de 2010

viernes, 2 de abril de 2010

Más que un nombre.

El karma es la vida que me sucede. El dharma, también.

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Un cúmulo de cansancio ahogado alrededor de mis ojos. Tres días de viaje relámpago a la planta de Minneapolis para aterrizar una noche despejada, casi transparente. Apenas tuve tiempo de cambiarme, subir la cuesta llena de olivos, edificios distantes a la mirada de morbosos que se erigen como un recordatorio de que "nosotros", no estamos seguros en ningún lugar.

Había dejado este lugar en calidad de otra cosa, era una mancebica. No tenían dónde esconderme de la furia que me esperaba afuera:

"Niña de once años dispara a sangre fría sobre reconocido militar bla bla bla..."

Infante, mujer, discapacitada, extranjera... Ordinaria. Y ahora estaba otra vez, con mis ojos hundidos en la miseria perenne de los actos de otros, recorriendo los pasillos con la misma sensación de escrutinio que buscaba a mis espaldas, lo que llaman: talento innato de sangre fría, sosciego y crueldad, que no es otra cosa que el haber vivido siempre en un exilio autoinducido.

Arriba me esperaba una reunión laboral y un careo pendiente con mi pasado.

Aún no estabamos en igualdad de condiciones, pero lo vi tan impecable, con las abotonaduras casi blindadas, la misma sonrisa seca y la barba crecida hasta el cuello, viene bien disfrazar heridas con piedad.

Se hizo una tensión ligera cuando entramos, que distendieron con la alegata sobre los paramilitares kurdos. Pasamos ocho horas cautivos entre discusiones, mapas, costes, evaluaciones, propuestas. El calor me asfixiaba, cuesta mucho pasar tanto tiempo encerrada y rodeada de tanto militar. Al terminar, se levantó y se dirigió a mí, el silencio se hizo evidente, pero mi jefe logró disiparlo en el resto de los presentes, me ha dicho:

- Es una pena que no supieramos que estarías aquí para Pesaj, princesa, a tu imma le hubiera gustado muchísimo que nos acompañaras, pero ya sabes que no es bueno darle sorpresas y con los chicos tiene siempre mucho estrés.

Yo me limité a responder:

- Pesaj sameaj para usted y los suyos, General.

Mi jefe me tomó de los hombros dirigiéndose a él:

- General, su princesa invitada especial de mi esposa en la casa que tenemos cerca de Haifa, vendrán mis sobrinos, tiene muchas ganas de conocer a la princesa. Disculpe que no le participáramos de su visita, fue precipitado y no premeditado. Y ya ve como son las esposas, la madre de la princesa nos comprenderá.

El General se despidió de ambos, desalojaron la sala y mi jefe al quedarnos solos sin separarse de mí me recordó que mi estadia sería muy breve, que mandarían por mis pocas cosas para irme inmediato a Haifa.  Que fuera inventándome una vida creíble para complacer a las preguntas de toda su familia.

- De quedarte aquí, tu padrastro viene a cobrarte las heridas que no se ganó en batalla.

Yo sólo me quedé pensando en ese nombre, el mío, que me han dicho varias veces y tenían tantos años sin escuchar.