- ¿Qué mierda se pone en una felicitación por el día del padre?
Esas fueron mis primeras palabras cuando Nona me levantó el teléfono. Dudé en llamar a la Nona, porque eso daría pie a que me preguntara otra serie de cosas que ni yo misma me he querido plantear.
Nona se quedó callada un largo rato y me dijo: Sin duda lo que tu tía Deborah te habría dicho sería lo mejor ha sido mejor padre que yo, pero a mí con que no me traigas una lavadora el 10 de mayo...
Perdí a mi padre cuando estaba aprendiendo a escribir, creo que a excepción de hojas rayadas con plumines y pegostes de garbanzos, nunca le escribí una nota "decente". Ni siquiera de mayor tuve la sensibilidad de escribir nada con referencia a mi padre, los fantasmas hace mucho que dejaron de intrigarme. Ahora mismo me da flojera pensar que le diría a mi padre si lo tuviera cerca.
Mi madre me cambió por un militar; el típico caso de hombre nuevo, vida nueva...
Judía, asperguer y luego bipolar, criada desde la infancia por un travesti y una cantante de folk lesbiana. Los días hallmark en mi vida se reducen a... cumpleaños; y uno no puede ir invocando al rey David en todas las ocasiones ¿o sí?.
Me podría sentar y explicarle a la Nona que mi única motivación para escribir una felicitación por el día del padre es porque me atrae lo suficiente un hombre que conozco y tiene hijos; pero si le admito eso verbalmente la escandalizo.
Y no porque el hombre en cuestión tenga hijos, ni porque me guste un hombre, sino porque me gusta lo suficiente como para motivarme a pensar y crear una felicitación complaciente para halagar y abrir mi afecto, lo más heteronormal que mi memoria bloqueada pueda registrar.
Largo camino hasta llegar aquí, a una felicitación anodina por el día del padre. Más de treinta años para que la normalidad me absorbiera y me siga resistiendo a ser mujer y que me guste un hombre.
Nona y yo calladas al teléfono pensando en todo esto sin emitir palabras.
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