Quiero dormir, dormir mucho,
noches enteras que se vuelvan días y no me dé cuenta.
Que las cuentas del día se acumulen en el buzón y a nadie le importen,
menos a mí.
Quiero que mis pestañas protesten entrelazadas como valla y no dejen pasar la luz,
que mis párpados como la cortina de los tenderos se dejen caer pesados,
Que el polvo de los muebles y las telarañas se acumulen por todos lados.
Respirar inerte, sin prisas, sin miedo, sin mayor deseo de nada.
Que mi mente logre fluir serenamente, fluir nada más.
Y que en cada pausa sea posible hundirme más en mi propia pasividad.
Quiero dormir por días, por semanas, por meses, hasta que vuelva el invierno
y no sea realmente nunca de día para no tener que darle la cara a la luz...
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