sábado, 30 de enero de 2010

Otra vez el crepúsculo.

El día que me vaya de aquí, es lo único que voy a extrañar. **** Los días se suceden enrarecidos en esta casa, los días, las noches, todo el reloj, parece que es un sola cuenta interminable suspendida dentro de un montón de arena café pardosa, enmohecida, envilecida. Ya no queda nada para desmantelar, está todo listo para levantar el vuelvo, una y otra vez. Me dieron tan pocas horas para desacer la evidencia y empacar maletas, que creo ésta fue la parte más engorrosa de la operación. Luego de un año aquí, sola, lejos de cualquier referencia humana a quién asirme, he comprendido que en cualquier lugar puedo estar mejor que de donde he venido. He conocido a un imbécil, el otro día que salí a dar un paseo por la playa, me ha invitado un café y luego un par de whiskeys en un bar cercano, me ha preguntado sobre mí, sobre mi vida y algo me dijo sobre unas vacaciones por todo el país. Mentira. Era un agente encubierto de los de aquí, de los de a caballo. Habló demasiado, interrogó demasiado, lo he traído a casa para tener sexo mediocre, no es que me gustara el hombrecillo, tenía que entrar y ver que no había nada extraño. Le he dicho que soy la esposa de un militar de la aerea gringa, que no hago mayor cosa que salir de vez en cuando a comprar víveres, pasear, ir al yoga, esperar a que me regresen al piloto y en el inter aburrirme mortalmente como la esposa abnegada que no seré nunca. Tengo armas, documentos sobre energía nuclear en donde pretenden desarrollar la frontera del silicio y un circuito cerrado que instalaron aquí desde antes que yo llegara, obviamente, todo subterráneo. El sexo no fue casual, fue distractor. Y pobre de su mujer, si es que la tiene. Coger mediocremente debiera contemplarse como causal de divorcio. Me ha inventado historias tan bochornosas en menos de dos horas, que he sentido una profunda lástima por él, por la carencia de su entrenamiento, pero sobretodo, por su pésima capacidad para mentir. Uno no le entra a este negocio sin antes haber probado que sabe mentir, incluso, engañarse a sí mismo. Seducir es de facto, mentir. Seducir es hacer tragar un cuento que apele a las carencias y necesidades del otro. Es por eso que decidí dar aviso inmediato, no porque el topo sospechara de mis palabras, a ese lo he mandado a dormir calientito. Sino por el puro hecho de haberlo enviado. La pequeña Sodoma está tan envuelta en sí misma, que sospecha de todos y por las razones equivocadas. Me han dicho que tengo que regresar para entrenamiento, no niego que tengo un poco de reticencia de volver con mi gente, con los que hablan mi lengua, comen lo que como, visten como visto, creen en lo que debería de creer. Esta operación me interesa, más como un reto personal que como un reto profesional, me han elegido a mí porque saben que soy tan taimada que no tengo el menor escrúpulo a la hora de disparar. He aquí una mujer con las maletas hechas y la casa vacía, que se encamina al punto más bajo del mundo, donde el mar de tan salado se tiñe de un azul más profundo. A confrontarse con las hojas del libro que no pudo arrancar, a re-conocerse en el anegado e inefable, yo.

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