sábado, 30 de enero de 2010

Vine por tí desde muy lejos.

Nov 4, 2009.

La noche que llegué era linda y despejada. La carretera estaba cerrada y atravezarla fue eso que muchos cristianos llamarían: un víacrucis. *** Yo llevaba una falda blanca, una blusa blanca. Tú una camisa oscura y el cabello totalmente vuelto hacia atrás, con esa extraña barba desprolija que cuando crece luce como de remedo revolucionario. Y el olor a mandarinas de tu perfume que me cautivó desde el primer beso. *** No tenía más ganas que tus ganas. No tenía vida fuera de tu vida. No tenía voluntad si no era compartida. A veces, la compañía no era serena, el silencio ahogaba de las palabras omitidas, la violencia de una charla vacua de las cosas que no tienen importancia y de lo políticamente correcto. De un querer escupirte: relaja tu puto esfínter. Que las paredes se craquelan y, tú solamente elevando esa copa rebozada con tu hedonismo excesivo. *** Vino derramado sobre la alfombra. La fiesta acabó. Y la esencia de lo pasado revuleve las tripas volviendo el cuerpo pesado como vivir una resaca perenne y sempiterna. Como ese proyecto tuyo por siempre inacabado. *** Mi paso me dejó una boca corrompida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario